Si los Reyes Magos no trajeron libros de regalo o si los niños que ya saben escribir no los pidieron, qué suerte que las librerías están abiertas y es posible reparar tan penosa falta. Que hay que leer figura en todos los discursos de educación, pero del dicho al hecho, largo trecho. "La persona que no lee no tiene ninguna ventaja sobre la que no sabe leer", afirma el creador de Tom Sawyer. El hábito de la lectura es el mejor regalo que podemos dejarles no solo a nuestros hijos, sino a cualquier niño que se cruce en nuestro camino. Una pequeña biblioteca es una buena idea para agasajar a los niños que llegan a casa.
Todavía somos un país que no lee. ¿No ama porque no conoce?, ¿no quiere porque no puede?, prefiere el cine de raso humor, televisión o cualquier otra distracción. Nos preocupamos por un bienestar donde muy poco entra la lectura. Estoy segura de que millones de papás y mamás desean que sus hijos lean, pero el hábito tiene que ser transmitido. Si el niño ve que en la casa no hay escritorios, mesita de luz con libros, nunca se buscan palabras en el diccionario, nadie regala libros como algo lindo, nadie se lleva libros cuando viaja, difícilmente haga lo contrario. Es importante aclarar que un libro no es un castigo para quedarse quieto ni tiene que ver únicamente con la escuela; la mayoría de los niños paraguayos tienen contacto con libros recién a los 6 o 7 años. Hay libros-juguete para bebés, para que comiencen a familiarizarse; si son muy caros, podemos inventar algo con revistas viejas, cartones, plásticos, telas, etc.
Uno de los grandes problemas que tienen los padres es que no saben qué libro de cuentos regalar y, al final en el apuro, terminan guiándose por la tapa. Si bien esto es un buen punto, porque la presentación también importa (pues los dibujos tienen que proyectar un personaje querible), lo fundamental es cómo está contada la historia y qué mensaje les deja para conversar y pensar.
Más barato que una consola de videojuegos, el libro (hay novelas, cuentos, enciclopedias) es capaz de trasladar al niño a lugares tan personales y creíbles como fantásticos e inexplicables. Un libro es un amigo que tiene otra forma que la humana.
La literatura infantil contemporánea trae hoy material para elegir. Personalmente apuesto a los clásicos, aún los sometidos a cortes y variantes, ya que podemos buscar las mejores adaptaciones. Muchos cuentos de Perrault, de los hermanos Grimm y otros autores fueron recopilaciones populares que pasaron por el bisturí para poder ser colocados en sector niños. La novela Drácula fue apaciguada en drama y sensualidad. Al Jorobado de Notre Dame le cambiaron el final pues en el original muere abrazado al cadáver de Esmeralda; a Pinocho nadie lo rescata del mar y solo queda de él el esqueleto, etc.
Estamos en un brete a nivel de educación literaria. Las maestras, los profesores de literatura deberían ser ayuda y referente en este tema, aunque esto no quita la obligación que los padres deben a sus hijos para formarlos lectores. "¿Qué novela leyeron en la escuela?", le pregunté a una nena, y ella me respondió: "No me acuerdo cómo se llamaba..., pero bajamos de internet el argumento y trabajamos con eso. La profe dijo que hagamos así".
La lectura en el niño: ejercita el cerebro, mejora la concentración, aprende sobre el mundo, desarrolla actividades lingüísticas, también su imaginación, desarrolla su empatía y mejora el desempeño escolar, entretiene, relaja el cuerpo y la mente.
Pleno verano, sin playas y piletas públicas, sin parques abiertos, seguros y limpios, la mejor opción son los libros. Si no tenemos el hábito, nunca es tarde para empezar y, al decir de Marco Tulio Cicerón, "si cerca de la biblioteca tienes un jardín, ya no te faltará nada".
lperalta@abc.com.py
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